Todo sucedió en Kyoto, la ciudad que fue capital de Japón hace muchos años.
Nos hospedamos en un hostal llamado Bakpak (o algo así), en una habitación para 8 personas. Era nuestra penúltima noche. Yo dormía en la cama de arriba pq Xan, por algún misterioso motivo, se había empeñado en dormir abajo esa noche.
Bueno, pues... estaba yo tranquilita, soñando con los angelitos, cuando noté que me caía ropa encima. No abrí los ojos pq me imaginé que ya era la hora de levantarse y era Xan quien se estaba cambiando de ropa a mi lado. Como cada mañana, intenté no moverme con la esperanza de que se apiadara de mi y no me despertara. Entonces noté que me caía más ropa encima. Pensé que era un poco bruto por tirarme la ropa de esa forma pero como no me decía nada decidí no hacer preguntas y seguir durmiendo. Lo malo es que, al cabo de un rato, noté que la ropa estaba mojada. Abrí los ojos y flipé al ver que era ropa putrefacta, asquerosa, mojada y encima desconocida. La cogí y la tiré al suelo.
Como soy lentita, tardé un rato en preguntarme... Si la ropa está aquí, ¿dónde está el dueño?
Miré hacia abajo, a la cama de Xan y allí estaban los dos!!! Durmiendo la mar de agustito. Casi abrazaditos.
Cuando me recuperé de la risa al imaginarme la cara que pondría Xan al despertar, bajé de mi cama y les hice una foto que no me está permitido colgar aquí, pero que ya os enviaré.
Xan dice que no se dió cuenta, pero su cara de felicidad inmortalizada en esa foto, me dice lo contrario. Y el tío... no olía a alcohol. Todo esto es muy extraño.
Sandra
